La humanidad adora las historias. Todos amamos una buena narración oral, escrita o audiovisual
¿Recuerdas la anécdota familiar que nunca te cansas de escuchar? ¿ el cuento que siempre te contaban de noche? ¿ la película que puedes ver una y mil veces?
La historia de la literatura se nutre de narraciones protagonizadas por personajes extraordinarios que emprenden un viaje porque deben cumplir una misión .
Algunas muy conocidas:
El poema de Gilgamesh
La Ilíada
La Odisea
En una época como la Edad Media, de guerras y caballeros, es lógico que se desarrollaran epopeyas. Durante estos siglos, la poesía épica se cultiva en toda Europa y tiene una serie de rasgos en común.
¿ Conoces el título de alguna epopeya medieval? ¿ algún personaje protagonista?
La respuesta es SÍ.
EL anillo de los Nibelungos
El cantar de Roldán
El rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.
Toma nota de los rasgos esenciales de estos relatos
- Carácter anónimo, pues proviene de leyendas populares y es modificada y versionada una y otra vez, sobre todo debido a que es una literatura de
- Difusión oral y de corte popular, pues iba dirigida a todo tipo de público.
Las epopeyas medievales están íntimamente ligadas a la figura del juglar. Este oficio consistía en recorrer pueblos y castillos realizando actuaciones para entretener al público. Generalmente, los juglares, (a diferencia de los trovadores) eran de clase baja y no componían sus obras. Recitaban, cantaban, bailaban, tocaban instrumentos... y, entre sus actividades, estaba la de aprenderse las epopeyas y difundirlas en esas recitaciones y cantos. La labor o arte de estos juglares es lo que se conoce como mester de juglaría, pues la palabra "mester" significa "oficio".
Los relatos épicos difundidos por los juglares se denominan cantares de gesta, y se cultivaron en toda Europa. Nos han llegado a través de manuscritos, pero los textos se transmitían de forma oral; de ahí que los llamemos "cantares". Y la palabra "gesta" se refiere a cosas "hechas", cosas sucedidas, en oposición a la lírica, que trata de sentimientos y sensaciones. Aunque los cantares de gesta están escritos en verso, son de género narrativo.
El núcleo de cada cantar de gesta es un hecho histórico, pero su forma tiene más de imaginación que de realidad, pues el poso de verdad se mezclaba con exageraciones e invenciones que engrandecían a los héroes. Y, según el gusto del público, los juglares modificaban, inventaban o enfatizaban partes de su relato, de forma que la historia iba cambiando y refundiéndose.
El Cantar de mio Cid o Poema de mio Cid es el manuscrito de la épica medieval castellana que ha llegado hasta nuestros días mejor conservado. Es una copia del siglo XIV a la que sólo le falta la página inicial y se compone de 3735 versos que dan cuenta de las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, pero el público solo puede verlo en muy contadas ocasiones.
En la última página del ejemplar conservado, se puede leer "Per Abbat le escrivio" (el libro). Pero ese escribió no significa lo mismo que hoy en día: Per Abbat no fue el autor del Cantar, sino el copista, alguien que lo transcribió para poder memorizarlo o que lo memorizaran otros. Así que no sabemos quién fue el autor o los autores originales, ni cuándo se compuso exactamente.
Ramón Menéndez Pidal, el mayor experto en el Cantar de mio Cid, llegó a la conclusión de que hubo un primer autor hacia 1110 y un segundo que introdujo importantes cambios décadas después, aunque hay otras teorías. En todo caso, el Cantar es anónimo, no sólo porque no tengamos un nombre, sino porque incluso esa persona que lo escribió seguramente lo recopiló de fuentes orales anteriores, y la historia fue modificándose a través del tiempo.
Pese a que ahora es un libro, el Cantar de mio Cid no se concibió para ser leído, sino recitado o cantado ante una audiencia, en voz alta. Y, sin duda, no se ofrecía entero en una sola sesión, dado que es largo. Menéndez Pidal estableció la estructura en partes que hoy se acepta: dividió la gesta en los tres cantares (Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes) que pueden recitarse en lo que dura una obra corta de teatro, suponiendo que era así como llegaba al público.
En cuanto a su forma, el Cantar de mio Cid coincide con otros restos de épica medieval castellana conservados: está escrito en versos largos de medida irregular divididos en dos partes o hemistiquios, con una pausa en medio llamada cesura. Así:

La mayoría de versos combinan hemistiquios de entre cinco y ocho sílabas cada uno, aunque hay algunos hemistiquios de cuatro sílabas y otros de hasta trece. Esta irregularidad métrica se llama anisosilabismo, y hace que la rima sea irregular, con lo que la unidad del poema se sustenta más bien sobre otros recursos, como el ritmo y la entonación que el juglar daba a su recitado. Los versos riman entre sí de forma asonante, y se agrupan en lo que llamamos tiradas, series de versos con una misma asonancia (por ejemplo, a_o) de longitud variable; hay tiradas de tres versos y otras de casi doscientos. Generalmente, la tirada cambia cuando empieza una escena o un asunto nuevo. Para que las tiradas consecutivas tengan un nexo y el texto forme una unidad, muchas veces se repiten en los primeros versos de la siguiente tirada palabras o ideas que han aparecido en los últimos de la anterior.
En cuanto al estilo, podemos resaltar los siguientes rasgos y elementos:
- Sobriedad: el texto es concreto, prima la acción y la narración sobre las descripciones y da pocos detalles. Es un rasgo propio de la literatura oral.
- Fórmulas: el juglar debía aprenderse de memoria la gesta, a lo que, además de la práctica, le ayudaba el uso de fórmulas, secuencias fijas de palabras que se repiten regularmente a lo largo del texto. Este es un elemento que aparece en las epopeyas de distintas épocas y lugares, porque deriva directamente de la oralidad del texto, ya que estas frases repetidas dan tiempo al juglar para recordar qué viene después. En el Cantar de mio Cid, las fórmulas, que pueden abarcar un hemistiquio o todo el verso, son tan abundantes que suponen un 30% de la obra. Algunas de las más repetidas son con tan grant gozo reçiben, ya s' metién en armas o cabalgó privado.
- Epíteto épico: es un recurso equivalente a las fórmulas, pero aplicado a los personajes, y ya se daba en la epopeya clásica. Se trata de caracterizar a cada cual siempre con la misma adjetivación, lo que ayuda a la memorización y, además, sitúa al público y le hace identificar mejor a los personajes. En el Cantar de mio Cid los epítetos más repetidos caracterizan al Campeador (que en buen hora nasco; que en buen hora cinxó espada), aunque también aparecen referidos a otros personajes (Jimena es muger ondrada y Alvar Fáñez, fardida lança).
El tema fundamental de la obra es la honra del Cid. El libro avanza desde una situación de desgracia (el Cid desterrado) hasta un final de restitución y felicidad (el Cid aceptado por el rey y sus hijas comprometidas con dos príncipes). Aunque el texto esté dividido en tres partes, el tema de la honra se puede dividir en dos: al principio, el Campeador ha perdido la honra pública, pues ha sido acusado de traidor; esta deshonra finaliza cuando el rey le acepta de nuevo en Valencia, y, al mismo tiempo, se gesta la pérdida de su honra privada, pues en ese momento se decide casar a sus hijas con los infantes de Carrión, que le traerán la deshonra en el ámbito familiar.
Consulta AQUÍ para leer algunos fragmentos de la obra